El Homo antecessor contemplaba en su dieta ejemplares de otros
homínidos, sobre todo individuos inmaduros a los que sometía a los
mismos procesos de carnicería que a los animales. Así se constata en un
nuevo estudio que aporta más hipótesis sobre el porqué del canibalismo
que practicaba este homínido en la sierra de Atapuerca hace unos 800.000
años. Para llegar a estas conclusiones, el equipo de
investigación, liderado por el Instituto Catalán de Paleoecología Humana
y Evolución Social (IPHES), ha comparado el canibalismo practicado por
chimpancés, humanos modernos y casos arqueológicos con las evidencias
del nivel TD6 del yacimiento de la Gran Dolina (Sierra de Atapuerca)
para "explorar las posibles causas que motivaron esta conducta en el
Pleistoceno inferior", indica Palmira Saladié, autora principal del
estudio e investigadora del IPHES.
Según el trabajo, publicado
recientemente en Journal Human Evolution, no se observan diferencias en
el tratamiento de la carne de las carcasas o de los huesos de Homo
antecessor con el de otros animales. Los investigadores compararon las
marcas de corte y fracturas de los huesos de estos homínidos para el
consumo del tuétano (sustancia blanca en el interior de los huesos) con
las localizadas en otros animales.
Según los investigadores, el canibalismo se realizó entre sociedades
productivas, estructuradas y jerárquicas, y con cargas simbólicas muy
complejas, que poseían mitos en las que el canibalismo se incluía dentro
de su concepción del mundo. "Esta complejidad -explica Saladié- no se
puede transferir directamente a las sociedades cazadoras y recolectoras
del Pleistoceno, para quienes la práctica de esta costumbre puede haber
sido impulsada por circunstancias ecológicas, o por la combinación de
ambas razones, aunque no son fácilmente visibles en el registro
arqueológico".
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